Extraño ese susurro en mis oídos que ponían mi piel de gallina,
ese chiste malo que me hacía sonreír cada vez que nos veíamos.
Extraño esas salidas a escondidas, esas mañanas prohibidas juntos.
Extraño esa sensación en mi pecho cada vez que faltaba poco para verte,
esa felicidad que me provocaba saber que también eras feliz conmigo.
Extraño jugar con tu pelo, y pedirte que juegues con el mío,
recibir tus llamados luego de haberlos esperado.
Extraño dedicarte cada segundo de mi vida, queriendo creer que lo notarías.
Extraño la reconciliación después de la pelea, el llanto que se debía al miedo a perderte.
Extraño no quererme despegar de tu lado luego de haber compartido un lindo momento juntos, querer hacerlo eterno.
Extraño mirarte dormido e imaginarme lo que soñabas, deseando en lo más profundo que ese sueño se tratara de mi, de los dos.
Extraño tus caricias en cada punto débil de mi cuerpo, tus manos, tus abrazos...
Extraño todos y cada uno de tus te amo, hayan sido o no sinceros.
Porque cada uno de ellos me daba un poquito más de fuerza para seguir luchando, para seguir apostando a aquello que teníamos.
Si, lo teníamos. Y como lo tuvimos, se fue.
A vos, a vos te extraño, pero no extraño a todo lo demás.
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Suspiros olvidados