Quiso el destino que esa noche hiciera frío,
y
que el ruido de los coches me hiciera hablarte al oído.
Y si el diablo se contenta con que
dudes un instante,
vos y yo, nuestras miserias y esta noche por delante amor.
¿Quién sabe? Con el corazón en llanta,
nada mejor que tu lengua,
abrigando mi garganta.
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Suspiros olvidados