[...] y después de haber mantenido con ella una relación tan intensa, no alcanzaba a
ver con claridad en aquel gran enigma; y se solía preguntar qué habría hecho en aquel
segundo encuentro si hubiera adivinado que ella era lo que luego los acontecimientos revelaron. ¿Habría huido? [...]
—Sufrí con ella tanto que muchas veces estuve al borde del suicidio.
"Y, no obstante, aun así, aun sabiendo de antemano todo lo que luego me sucedió,
habría corrido a su lado." [...]
—Me fascinaba —agregó Martín— como un abismo tenebroso y si
me desesperaba era precisamente porque la quería y la necesitaba. ¿Cómo ha de
desesperarnos algo que nos resulta indiferente?
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Suspiros olvidados