jueves, 3 de julio de 2014
21
Entre la Maga y yo crece un cañaveral de
palabras, apenas nos separan unas horas y unas cuadras y ya mi pena se llama
pena, mi amor se llama mi amor... Cada vez iré sintiendo menos y recordando
más, pero qué es el recuerdo sino el idioma de los sentimientos, un diccionario
de caras y días y perfumes que vuelven como los verbos y los adjetivos en el
discurso, adelantándose solapados a la cosa en sí, al presente puro,
entristeciéndonos o aleccionándonos vicariamente hasta que el propio ser se
vuelve vicario, la cara que mira hacia atrás abre grandes los ojos, la verdadera
cara se borra poco a poco como en las viejas fotos y Jano es de golpe cualquiera
de nosotros.
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Suspiros olvidados