Alguna vez había creído en el amor como
enriquecimiento, exaltación de las potencias intercesoras. Un día se dio cuenta de
que sus amores eran impuros porque presuponían esa esperanza, mientras que el
verdadero amante amaba sin esperar nada fuera del amor, aceptando ciegamente
que el día se volviera más azul y la noche más dulce y el tranvía menos
incómodo.
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Suspiros olvidados