lunes, 5 de octubre de 2009


Es difícil explicar la depresión como un estado constante. Nada me hacía feliz, con nada sonreía. Todo lo hacía amargamente casi en un estado de inercia. Vivía, sí, pero no sabía por qué. ¿Por qué estaba viva? Eso me preguntaba cada noche antes de llorar y antes de dormir.

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Suspiros olvidados