domingo, 3 de junio de 2012

A las niñas les enseñan muchas cosas: Si un niño te pega, le gustas. Nunca trates de emparejarte los flecos. Y un día conocerás a un hombre maravilloso y tendrás tu final feliz. Cada película que vemos y cada historia que nos cuentan, nos implora que lo esperemos. El giro del tercer acto, la declaración inesperada de amor, la excepción a la regla. A veces nos concentramos tanto en el final feliz, que no aprendemos a interpretar las señales, a diferenciar entre los que nos quieren y los que no, entre los que se van a quedar y los que se van a ir. Y quizás el final feliz no incluye un tipo maravilloso. Quizás el final feliz eres tú, sola, recogiendo los pedazos y volviendo a empezar. Liberándote para encontrar algo mejor en el futuro. Quizás el final feliz sólo consiste en seguir. O quizás éste es el final feliz: Saber que a pesar de todas las llamadas y corazones rotos, a pesar de todos los errores y las señales malinterpretadas, a pesar de todo el dolor y la vergüenza, tú nunca, nunca, perdiste la esperanza.

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Suspiros olvidados