Respira.
Sonríe. Que el árbol te regala
el aire más puro del bosque.
No recuerdes el cemento de la gran ciudad esta vez.
Y
besa la tierra que besan tus pies.
Respira. Sonríe. Prueba el fruto del árbol prohibido por los tontos.
¿Qué más van a hacer para llenarte los bolsillos de polvo y huir?
Si aquí amarras tu bote prefiero seguir.
Y te quiero al natural, al carajo con la compostura.
Las tetas al aire, la mirada segura.
Y
el corazón abierto a los que quieren lastimarte
porque no pueden ver:
la vida, el amor, el sexo y el arte.
Respira. Sonríe. No compres en oferta el plan del indeciso.
Ese busca llevarte por caminos conocidos.
Y enseñarte a vivir
pidiendo permiso.
Y no mires para atrás. Que
tu sombra no es de mármol y verás:
que
no existen las fronteras, no camines en hilera. No reprimas tus canciones, no repitas oraciones. No te entregues de a mitades, no confieses tus verdades. No me niegues de tu copa, no te escondas tras la ropa...
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Suspiros olvidados