sábado, 19 de abril de 2014

Catarsis de un feriado no convencional

Cientos de sensaciones y sentimientos encontrados. Y es increíble como todo se desordena con un simple "Hola". ¿Simple? Si fuera simple quizás hubiera tenido la oportunidad y la suerte de leerlo antes. Pero llegó y lo leí un viernes feriado a las 6 y media de la mañana. Sí, estaba despierta. Y probablemente pienso en lo afortunada que fui al estarlo. Y de pronto se me viene a la cabeza La ley de atracción y creo una vez más que de verdad tiene que funcionar. Que el hecho de estar pensándote y extrañándote de alguna forma hizo que me escribieras. Y no digo que también me extrañes o me pienses en la forma en la que yo lo hago. Sino que simplemente por alguna extraña razón te atraje hacia mí, de tanto que estás adentro mío.

- Me escribís un feriado a las 6 y media de la mañana para preguntarme cómo estoy? 
- Te escribo un feriado a las 6 de la mañana porque evidentemente quería saber de vos. 

Saber de mí. Y de nuevo vuelvo a tener esas opuestas sensaciones de enojo y alegría. Y el pecho gritando fuerte. Y enojo porque, al igual que el mensaje pidiéndome perdón y que me enviaste hace una semana atrás, lo esperaba, lo anhelaba con todas mis ansias. Pero antes. Esperaba tanto. Y a la vez muy poco. Pero antes. Y los días pasaron y me fui resignando, fui haciéndome la idea que si las cosas se habían dado así fue porque así tenían que ser y porque en cierta medida eso era lo que merecía. Y sí, las cosas acaban, como empiezan terminan y como terminan duelen. Y a mí no sólo me dolía el terminar sino el modo de cómo fue ese punto final. Y desconocerte, escucharte y leerte y no poder reconocerte me dolía más que cualquier otra cosa. Y alegría, porque siempre mejor tarde que nunca. Porque a pesar del resentimiento pude comprender la buena intención, tanto de las disculpas en un primer momento, como el querer saber de mí en un segundo. Y el sentirme un poquito entendida. Porque yo siempre quise y quiero saber de vos. Y de nuevo La ley de atracción.

- Nunca dejé de preocuparme por vos 

¿Por qué? ¿Por qué te empeñaste en mostrarme exactamente lo contrario? Admito que me cuesta imaginarte así después de todo lo último. Y puedo imaginar que quizás en el intento por alejarme, exitoso por cierto (física, no así sentimentalmente), te desconocí. Y no reconocer a quien le entregaste tu vida tanto tiempo es desilusionarse también de uno mismo. Y desconocerte fue lo más injusto y triste que me tocó vivir.

- Te pensás que no te extraño o no te necesito? 

Y acá despiértenme que aunque caiga al volver a la realidad, elijo siempre la verdad. Y no es que me hago ilusiones. Supongo que después de tantas cosas, tantos momentos y tanto tiempo lo más normal es sentir eso. Pero en estas semanas larguísimas creí que en vos justamente era distinto. Y eso es lo que me hace creer estar soñando. No el hecho de imaginar un recomienzo, sino el ver que no perdí todo lo lindo que vivimos juntos. Porque cuando comprendí que te había perdido, con vos se fueron las alegrías sentidas. Como si además de saber que no íbamos a pasar más tiempos como esos, que en definitiva puede pasar en cualquier pareja o intento de pareja cuando deciden finalizar la relación, lo lindo que ya habíamos disfrutado ahora se convirtiera en exactamente todo lo contrario: una desdicha que me hacía recordar todo lo que fuimos pero que no teníamos que haber sido. 
Y escucharte. Y hablar como si nada malo hubiera pasado. Así de irónico y paradójico todo. Y para agregar más ironía a la situación, la posibilidad de vernos. Invitación que en un principio rechacé, y decisión de la cual después me arrepentí. Porque uno siempre se arrepiente de los "no" dichos, de lo que no hacemos por miedo o por dudas. Y muchas veces también nos arrepentimos de lo que hacemos, pero lo vivido es experiencia y es lo que te desarrolla como persona. Y con vos desarrollé mi persona insospechadamente. Destaco el reconocimiento de nuestros errores y el poder hablar como quizás muchas veces no pudimos. Si bien quedaron temas pendientes, estoy satisfecha y orgullosa. De vos y de mí. Logré dejar mi orgullo, dolor y resentimiento de lado, lo malo atrás y el entendimiento delante. No te juzgo, en realidad nunca lo hice, nunca juzgué lo que pasó sino el cómo, pero a veces a uno se le va de las manos la situación y quedamos desbordados. Y cómo voy a juzgarte si hablando de errores me llevo el primer premio. Lo experimenté como un karma, lo que cosechas algún día crece y te tenes que hacer cargo. Y aprendí que de alguna forma la vida me estaba devolviendo lo mismo, y que si eso que estaba recibiendo no me gustaba (no sólo no me gustaba, me dolía), la que tenía que cambiar su forma de actuar no era ni más ni menos que yo misma. Y te agradezco la enseñanza. El poder entender qué nos pasó me está haciendo crecer y madurar de una manera increíble. Si bien el último mes que compartimos juntos me noté una gran mejora, aun hoy no dejo de estar emocionalmente inestable y puedo comprender que si no logro llenarme y hacerme feliz yo misma, no puedo ser feliz con alguien más. Porque por culpa de eso, vino mi dependencia hacia vos y las exigencias y reproches que no pudiste afrontar. Y con razón. Y si siempre fui independiente, ¿por qué tenía que tenerte para poder ser feliz? Comprendí el agobio y me hago cargo.
Después de todo este mea culpa sólo me queda pedir porque podamos seguir así, sin rencores y pudiendo saber del otro, sin confusiones. Porque donde hubo tanto no sólo quedan cenizas, y en mí particularmente está todo a flor de piel pero elijo tenerte un poco cerca, en la medida que pueda, porque te quiero, y no para mí. Quererte es querer que estés bien, que seas libre y que seas feliz. Siempre te deseo lo mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Suspiros olvidados