
"Alcanzó a reconocerla en el tumulto a través de las lágrimas del dolor irrepetible de morirse sin ella, y la miró por última vez para siempre jamás con los ojos más luminosos, más tristes y más agradecidos que ella no le vio nunca en medio siglo de vida en común y alcanzó a decirle con el último aliento:
- Sólo Dios sabe cuánto te quise."
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Suspiros olvidados