Lo fiché desde lejos,
moviendo su cintura, y
al ritmo de su cuerpo mi mirada bailó.
Se rompían los espejos reflejando su hermosura, se rompían los esquemas de mi pobre corazón...
Dichosa si es que existe la dueña de
esta perla, de
esta obra de arte, de
esta boca de miel.
Supe que enloquecía con los besos en la oreja, que en la cama y desnudo baila mucho mejor.
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Suspiros olvidados