
Tirando a matar, dándonos changüí, puro razonar, puro frenesí, siempre fue así nuestra historia, que funcione o no, que esté bien o mal, vivirlo con vos para mi es la gloria. Sin escatimar, sin darnos de más, sin acelerar, sin tirar pa’ atrás. Siempre fue así nuestro asunto; le falta de acá, le sobra de allá, retocándolo, pero siempre juntos. Ya no le temo a ese cagón que habita en mi, ni a sus ataques tontos de furia precoz; distingo excusa y resultado, y ahora elijo estar con vos. Ya no me encuentro figurando en el veraz, por fin no debo más que lo que va a venir; pago los precios de tenerte, darte amor y ser felíz. (...)
Porque me es imposible de imaginar agonía más cruel, más aterradora que mi canto y tu danza alejándose; Uno arriba del tren y otro en la estación. En los momentos en que quiero escapar, de mi propia piel, vos sos mi doctor; con mi panza y tu panza rozándose no hay poeta que no haga una canción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Suspiros olvidados